Por momentos siento que toco el cielo, que las estrellas
están a mi alcance, que puedo ser todo lo que quiero. El mundo es enorme, y lo
recorrería completo en una sola noche. Como si el brillo del sol nos invitara,
sonriendo, a vivir la vida a través de un camino que no muchos entenderían.
Pero la luz no siempre llega a cada rincón. Y es ahí cuando
las plumas se vuelven pesadas, el cielo se cubre y parece que los sueños son
sólo cosa de la almohada. ¿Estamos destinados a ser algo? ¿Vale siquiera la
pena intentarlo? Quizás estamos donde debemos estar, quizás esto es todo lo que
hay. Quizás mi mente vuela muy alto y mis pies no pueden seguirle el paso.
Quizás estas letras no son más que tonterías. Puede que la madrugada sea hora
de dormir y no de intentar encontrarle un sentido a la vida.
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