Vi a mi reflejo desvanecerse entre una multitud de sombras,
pero la sensación de que falta hasta el aire seguía ahí. Seguí mis huellas y
terminé corriendo en círculos, dando vueltas sobre nada, como esos pensamientos
que tiene uno a media noche. Como esas letras que escribe y guarda donde nadie
podrá encontrarlas jamás, en ese lugar donde pierde su mirada. Tantos sueños,
sonrisas y promesas de finales felices, me gustaría haber guardado el recibo de
esta historia que no tiene los colores con que la habían presentado. Y ahora
creo que estoy monocromático, pero no importa porque no dejo de cubrirme los
ojos con las manos, esperando a que esta niebla se disipe. Quizás pase ahora,
quizás mañana o en unos días. Quizás no pase jamás, no importa, lo que quiero
es un horizonte nublado o ahogado en rayos de luz, pero no ambos. No quiero ver
salir y esconderse al sol. No quiero ser un soñador iluso por el día y un
melancólico depresivo por las noches.
Todo es cuestión de perspectiva, o eso dicen. Yo creo que
cada uno se cree sus mentiras y llega a hacerlas real. ¿Qué nos queda entonces,
un mundo lleno de supuestos? Un mal escritor que no se decide a definir a sus
personajes, que ni siquiera tiene una trama, qué se yo. Últimamente no entiendo
nada. Hay muchas cosas que se le atribuyen a la ignorancia, yo también lo hago,
lo reconozco. Intenté buscar respuestas en estos libros viejos, y lo único que
conseguí fue cortarme con sus renglones oxidados. Es curioso que cuanto más
sabes más te das cuenta de que no hay tiempo de saberlo todo, de entender ni de
casualidad esta historia, de pasar de las primeras páginas. Eso es muy triste.
Pero no puedes decírselo a nadie porque después el loco eres tú, y quizás tenga
su grado de verdad. Lo difícil no es sentirse diferente, eso lo puede hacer
cualquiera con un ideal y unas horas de sueño perdidas. Cualquiera que tenga un
mal día. No, lo difícil es que te lo confirmen, si es bueno o no ya es otra
cosa, pero los síntomas siempre son únicos. Eres tú en una cama de hospital,
rodeado de enfermeras, pero sin ningún compañero de habitación. Y lo peor es
que todos creen tener una cura.
Y ahora estoy aquí, con un mensaje en una botella, gritando
a un abismo y esperando escuchar los ecos, porque eso de discutir con uno mismo
se vuelve aburrido, nunca me dejo ganar. No me entiendes, lo sé y lo siento, me
explico fatal. Pero esto de ser invisible me vuelve loco, y escribir es la
única manera de comprobar si sigo siendo real.